Hoy les contaré sobre un doble cumpleaños
al que fui invitada a Friburgo. Realmente deseo satisfacer la curiosidad de mis
amigos y conocidos que siempre me preguntan cómo es la vida aquí en Alemania y
cómo celebran sus fiestas. De todos los alemanes no les puedo contar, pero sí
les puedo describir de los amigos y familiares que me rodean, porque debemos
recordar que aquí en Alemania viven más de 80 millones de habitantes.
Todo el relato lo referiré al día de los
Reyes Magos, cincuentenario de Sabine en el que se celebraron su cincuentenario
y el de su esposo Martin. Aquí en Alemania los cumpleaños más celebrados son
los que terminan en “0”. Así pues que esta parejita decidió festejar su
centenario común invitando a familiares y amigos más cercanos. Pero eso sí,
todo muy bien organizado. Se enviaron las tarjetas y con las especificaciones
de que quienes querían colaborar con un pastel o algún postre deberían
comunicarlo anticipadamente para evitar que sólo hubiera un solo tipo de pastel
o postre.
Un día antes de la celebración llegaron amigos a colaborar y por supuesto los hijos, los que ayudaron a la organización y preparación.
El 5 de enero, un día antes de la
celebración, se preparó la sala y el vestíbulo, las mesas, las copas y la
decoración.
El día 6, después de la misa de salud,
los agasajados y los invitados brindaron con sekt (vino espumante alemán) y
otras bebidas que acompañaron con bocadillos.
Los anfitriones agradeciendo a los invitados.
El anfitrión conversando con un invitado.
La anfitriona recibiendo a una amiga.
Aperitivo de mozarela con tomatillos con diseño de erizo.
Aperitivo de jamón con dátiles.
Después del brindis se pasó al salón. No
todos los invitados se conocían, así que mientras se esperaba el almuerzo hubo
una pequeña presentación. Pero como había demasiados para presentarlos uno por
uno, los cumpleañeros se limitaron a proponer que se levantaran juntos primero
todos los de la familia, luego todos los que de alguna u otra forma hacían
música, luego todos los colegas maestros de escuela – de broma también todos
los policías, que era uno solo – y finalmente todos los relacionados con la
parroquia.
Hubo diversas presentaciones de canciones
humorísticas, acompañadas en el piano, y un corto sketch teatral.
Regalo de cumpleaños. “Singen” significa cantar.
Invitados y familiares presentando canciones humorísticas.
Corto de un sketch teatral presentado por amigos de los anfitriones.
Invitados.
De almuerzo hubo tres platos: el suspiro
del moro, las mil y una noches y crema de calabaza.
Amigos ayudando en la preparación del almuerzo.
Lo interesante fue el desfile de
pasteles que se sirvieron después del almuerzo y todos los invitados orgullosos
de su preparación, porque todos fueron hechos por ellos mismos. Es raro que un
invitado alemán se presente con un pastel comprado en una pastelería. Lo
pasteles que verán sólo son un mínimo del despliegue que hubo ese día de pasteles.
Torta que recuerda que se están celebrando 100 años.
Torta de chocolate.
Mus de chocolate con nueces.
Torta de queso.
Pastel de manzana.
Mus de chocolate.
La anfitriona, sus hijas y yo.
Con el anfitrión y su hijo.
Todos acabaron contentos, fue un almuerzo
que satisfizo a vegetarianos e incluso a veganos. Fue un reencuentro de amigos y
familiares, y en total fuimos 80 invitados. Y hasta los Reyes llegaron, porque
aquí en Alemania, en las regiones católicas, los niños que más tarde en el año van
a hacer la primera comunión el día de los Reyes se disfrazan de reyes
orientales y llaman a las puertas para cantar y pedir colaboración para algún
fin benéfico propuesto por la iglesia.
Visita de los Reyes Magos.
La despedida en la estación de tren hasta el próximo encuentro de los dos hermanos.
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