Diosa SI

martes, 9 de septiembre de 2014

MARRUECOS: seductora puerta a África


      Ciudades históricas como Volúbilis, poseída por un espíritu romano, o la infinidad de montañas, desierto, costa, y el rico legado histórico cultural convierten a Marruecos en un torrente de sorpresas para el viajero.



     Cuando el avión aterrizó y llegamos a nuestro primer destino, todos bajamos emocionados mientras el altavoz del avión nos aseguraba que acabábamos de llegar a Fez - Marruecos. Inmediatamente después de aterrizar nos dirigimos a Volúbilis, una antigua ciudad romana, que fue habitada por 20.000 habitantes. En la entrada de este recinto nos saludaron piedras talladas de inscripciones de cartagineses, bereberes, hebreos, mauritanos y romanos que habitaron y contribuyeron al desarrollo de este lugar. En el entorno de la ciudad romana que ahora es un museo están el foro, una basilica del sigloII, el templo de JúpiternCapitolio, el Arco de Triunfo de Caralla, residencias, baños, prensas de aceite, tiendas y mosaicos que decoraban los pisos de las residencias de los ciudadanos más acaudalados. Luego, con un sol y calor abrasador, continuamos a Mulay Idris, a unos 5 km de Volúbilis, uno de los lugares de peregrinación más importantes del país. Su nombre se debe al hecho de que aquí vivió el nieto del profeta Mahoma que huyó de la Meca ante la persecución del califato abasí. Idris se instaló en Volúbilis, convirtió a los lugareños al islam, se erigió líder y fundó la dinastía de los idrisíes. Las puertas de las murallas que rodean el casco antiguo están primorosamente decoradas con los relieves típicos de la cultura islámica. Al frente de una de estas puertas visitamos el mercado que estaba concurrido de vendedores ambulantes con todo tipo de mercancía y las infaltables cobras que sorprenden a los turistas con sus movimientos al son de tambores y otros instrumentos musicales marroquíes.



 Museo de Volúbilis.
 
  Mulay Idris.
 
     Nuestra siguiente visita fue la medina de Fez. Siendo una de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos, Fez está considerada como el centro religioso y cultural del país que además guarda un rico pasado e historia que con esmero conservan. En esta medina visitamos la Madraza Bou Inania que es una escuela teológica con 650 años de antigüedad y posee una hermosa arquitectura islámica. Otros lugares interesantes fueron el complejo de la mezquita y universidad Kairaouine, la más ntigua del mundo, y el reloj de agua donde aún se pueden ver unas vigas talladas que sostenían cuencos de latón entre las que fluía el agua para marcar la hora. Cruzamos la plaza de los trabajadores de latón y continuamos nuestro recorrido por calles entre pobladores, comerciantes, artesanos y burros que siguen abriéndose camino por las estrechas callejuelas. Recorrimos la medina de esta ciudad con sus calles que parecerían un laberinto, pero están muy bien trazadas con una infraestructura diferente a la de las culturas occidentales. Son de difícil orientación para los turistas, pero para los lugareños esta medina llena de callejuelas serpenteantes es el lugar más significativo con lo que se identifican.

La Madraza Bou Inania (1350-1357) es uno de los monumentos más importantes de la arquitectura islámica. Esta escuela teológica de Fez alberga una mezquita completa con elaborados azulejos y yeso tallado, hermosas celosías de madera de cedro y enormes puertas de latón.

      La visita a las curtidurías de Chaouwara, más conocidas como el zoco del cuero, fue el detalle que más me impactó, porque es una de las curtidurías en las que aún se trabajan los cueros como en tiempos medievales. Lamentablemente, la higiene y seguridad igualmente no han sido mejoradas. Mantener tradiciones es algo que en muchos países se está perdiendo, pero ir contra la salud del hombre es algo que se debe cambiar lo más pronto posible. Así como se lleva siglos considerando los cueros de Fez los mejores del mundo, siento remordimientos por no aportar ideas para mejorar la calidad de vida de estos trabajadores.


La curtiduría de Chaouwara de Fez sigue aferrada a las prácticas medievales en el tratado de pieles. Lleva siglos considerándose una de las mejores del mundo.
  
     Después de recorrer tanta historia fuimos a almorzar al Riad Tafilalet, un lugar decorado con arte marroquí. Hasta la vajilla dejaba entrever que nos encontrábamos en uno de los restaurantes más emblemáticos de la medina de Fez. 
 
     Al día siguiente nuestro destino fue la naturaleza: continuamos rumbo a las puertas del desierto del Sahara. En el transcurso del viaje cruzamos Ifrane, una ciudad que se sitúa en una zona montañosa, lo que ha hecho de ella un gran destino turístico para las familias marroquíes que van allí para esquiar y practicar deportes de invierno. Durante este recorrido hicimos una parada en los bosques de cedros que están a los alrededores de la ciudad de Zrou ubicada en el interior del Medio Atlas. Estos bosques están habitados por macacos de Berbería que reciben a los turistas con entusiasmo para recibir su ración de cacahuetes que estos les proporcionan a cambio de una foto.


 Macacos de Berbería

 Bosques de Zrou.

 Otro punto que visitamos fue el Col Tizintalghaumt que está a una altitud de 1907 metros. 


 Col Tizintalghaumt (1907 metros de altitud).



       Después de muchas horas en el autocar contemplando el paisaje que ofrecía el desierto de pronto se veía una silueta verde, y desde la lejanía se podía entrever el valle de Ziz con más de diez mil palmeras de dátiles, que son frutos principales de la dieta de los marroquíes y de los cuales también se hacen deliciosos manjares.



Valle de Ziz.

     Nuestra parada final de ese día fue Arfoud. Es un lugar estratégico para acercarnos a las Dunas del Erg Chebbi. Aquí nos hospedamos en  el Hotel Kasbah Xaluca, una cadena de hoteles construida en sociedad de un español y un marroquí con el modelo de empresa sustentable que es digno de admirar e imitar.



Hotel Kasbah Xaluca.

  
     Después de descansar y comer continuamos al siguiente día el trayecto en coches todoterreno a los alrededores de Arfoud. La región es muy rica en fósiles, especialmente en los yacimientos cámbricos del Erg Chebbi, un lugar de fácil acceso, ya que la mayor parte de los yacimientos fosilíferos se encuentran en la superficie de la roca. Seguimos nuestro itinerario por los alrededores de Rissani y visitamos La Garade Medouar, la cárcel portuguesa que además se usó como lugar estratégico para controlar el comercio de aquella época. Por lo espectacular de ese lugar ha sido usado como escenario de diversas películas.


Yacimientos fosilíferos del Erg Chebbi. 


Tortugas fosilizadas.


 Colmillos de tiburón y otros fósiles.


 La Garade Medouar.

      Luego continuamos nuestra travesía por las dunas del desierto. De vez en cuando los autos necesitaban remolque para salir de las profundidades de la arena en donde nos quedábamos atascados. En la travesía divisamos el restaurante del hotel “Kasbah Xaluca Arfoud” que ha sido acondicionado en el pequeño Oasis de Tisserdimine rodeado de palmeras en medio del desierto y en un lugar realmente estratégico para descansar y recobrar fuerzas para continuar el circuito. Desde allí nos dirigimos hacia donde nos esperaban nuestros guías del desierto para la travesía en la caravana de dromedarios. Este trayecto se hizo al atardecer bajo la tenue luz del sol del desierto. Recorrimos algunos kilómetros admirando las dunas del Erg Chebbi hasta llegar al oasis de Oubira. Acampamos en un campamento construido de haimas, que son tiendas confeccionadas con pelo de dromedario. En la noche el primer grupo organizó el primer debate. Nos iluminaban tenues velas bajo un cielo estrellado en pleno desierto y al son de los tambores marroquíes, lo cual contribuyó mucho a sincerarnos con nosotros mismos en un ambiente muy natural, y me atrevería a decir que fue un momento romántico. Al amanecer del día siguiente nos dirigimos a lo alto de las dunas para presenciar el amanecer en el desierto y caminar sobre las dunas. De regreso desayunamos al aire libre recibiendo las dulces brisas del desierto en la aldea de Merdini casi abandonada. Aquí nuestro guía nos explicó sobre las construcciones originales de los pobladores de este lugar.

Preparandonos para el regreso.


 Las dunas del desierto del Erg Chebbi.

Paisaje del oasis de Oubira en las Dunas del Erg Chebbi.

 Desayuno al aire libre en la aldea de Merdini.

      Nuestra siguiente parada fue en Khamlia, pueblo habitado por una mezcla de diferentes etnias especialmente de origen subsahariano. Una de ellas son los Bambaras, pueblo hospitalario y famoso por su música Gnawa de origen subsahariano. 

 Músicos de la etnia de los Bambaras.

Después de esta odisea en el desierto regresamos a Hotel Kasbah Tombouctou en Arfoud donde descansamos e intercambiamos opiniones de las impresiones de cada uno sobre la travesía hasta aquí hecha.
Nuestro próximo destino fue Tinerhir que está enclavada en medio de un gran oasis que se extiende varios kilómetros de largo y de ancho y se encuentra encajado entre dos cadenas de montañas. Siguiendo el programa nos dirigimos a las Gargantas del Todra que se encuentran al oeste del Alto Atlas. Aquí divisamos un espectacular valle rocoso. Reanudamos el viaje hasta el Valle del Dades donde nos hospedamos. Además hicimos un pequeño estudio de la ciudad y sus pobladores que fue discutido por la noche entre todos nosotros y moderado por los profesores. 

 Las Gargantas del Todra.

       Partimos de este valle  famoso por sus kasbas y vistas que componen el paisaje del Alto Atlas y en especial la carretera, con una profunda barranca de muchos metros de desnivel con muchas curvas, hasta llegar a Aït Ben Haddou, un barrio antiguo de adobe construido con las técnicas tradicionales  marroquíes. Forma una ciudadela cuyo buen estado de conservación ha inspirado a muchos cineastas a utilizarla para rodar películas del pasado.

Aït Ben Haddou es una encantadora kasba del s. XI construida de barro. Sus calles parecen detenidas por el tiempo, lo que inspira a cineastas rodar películas en sus barrios ancestrales.


A lo largo de nuestra travesía cruzamos por el paso Tizzi-m-Tichka que se encuentra a 2260 metros sobre el nivel del mar, rodeado por las montañas del Alto Atlas.



     Cuando finalmente llegamos a Marrakech, creía haber visto todo en Marruecos. Pero la medina de esa ciudad me guardaba sorpresas por descubrir porque casi todos los monumentos se encuentran en su interior. Allí están los zocos principales, las mezquitas, los palacios, el barrio judío, el mercado, la kasba real donde se hallan las tumbas doradas de los príncipes saadíes, el Palacio Real y los jardines que datan del año 1166. Y la plaza principal, Yamaa el-Fna, es un auténtico espectáculo donde al atardecer montan un mercado ambulante en el que se reúnen cocineros con sus puestos de comidas, comerciantes, artistas, músicos y los encantadores de serpientes dándole a esa plaza vida y alegría para los paseantes marroquíes y turistas.

Finalmente en los salones del hotel discutimos los dos últimos temas de los debates y la despedida, ya que después de haber vivido como futuras periodistas 10 días se terminaba el viaje de investigación y practica vivencial. 



 La mezquita de Kutubia en Marrakech