En
mi visita a La Casona del Museo y Palacio de la Esmeralda tuve una interesante
conversación con Miguel Ángel diestro y apasionado trabajador de esmeraldas
donde me relato que en la época precolombina los Muiscas que habitaron las
tierras de Bogotá fueron famosos trabajando metales y piedras preciosas
especialmente esmeraldas y por eso Miguel Ángel el esmeraldero dice que
tiene el espíritu de un Muisca porque desde muy pequeño ha
sentido atracción por las piedras. Cuenta que a la edad de 5 años recolectaba
piedras y como en sus bolsillos no cabían todas decidió guardarlas en la
canaleta de agua de su vivienda y por eso recibió un fuerte castigo de sus padres
cuando sufrieron inundación en su casa por tener las canaletas atoradas de
piedras, a pesar del castigo el encanto por las piedras no ceso.
Así
que a la edad de 13 años abandonó la escuela y se convirtió en buscador de
esmeraldas como miles de colombianos que se dedican a esa labor. Cuenta que ha
vivido momentos trágicos por los derrumbes que sucedieron en esos terrenos
porque los buscadores de esmeraldas en esas épocas trabajaban sin técnicas de
ingeniería pero a pesar de esos peligros él nunca ha tenido la intención de
dejar ese trabajo porque para él no es solo un oficio es una pasión que la
lleva en su alma de Muisca. Él vio morir a muchos buscadores de esmeraldas en esos
desastres e incluso cuando él tenía 16 años fue enterrado por un alud de barro
y milagrosamente salió ileso pero él en esos momentos pensó que moriría e
imploró a Dios su ayuda y el siente que fue escuchado. Después de esos
acontecimientos no solamente se dedicó a buscar esmeraldas sino que empezó a
adquirir técnicas para trabajarlas.
Hoy
la pasión de Miguel continúa, ha trabajado muy tenaz durante muchos años que
con mucha disciplina y ahorro ha logrado salir adelante y se ha convertido en
pequeño accionista de una mina de esmeraldas que además de pulir estas piedras
preciosas, diseña joyas que comercializa internacionalmente, y conjuntamente
con sus tres hijos llevan adelante su pequeña empresa. Él se siente orgulloso
de ser uno de los mejores especialistas sobre estas piedras preciosas al que
acuden profesionales académicos para consultarle sobre la autenticidad de las
esmeraldas. Todo esto él lo ha aprendido empíricamente y se lo ha ganado a
través de sus 30 años de experiencia en este rubro. Después de esa amble charla
me regalo una miniatura de chiva esmeraldera para que me la llevara de recuerdo
y me invito a visitar su mina pero me fue imposible porque tenía que continuar
mi recorrido; nos despedimos con un tal vez hasta la próxima.
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