La cultura
agustiniana se desarrollo en este Parque y prueba de ello es el impresionante
legado escultórico que da evidencia de su profundo sentido religioso tallado
por la comunidad de Mesitas que ofrendo sobre la roca el culto funerario y la percepción
que tuvieron de la naturaleza y de la relación de ésta con el hombre.
Mi
segundo día en esta ciudad fue visitar el Parque Arqueológico Nacional de San Agustín
con su fastuosa estatuaria de la cultura agustiniana considerada una de las Joyas
arqueológicas de la América precolombina. Este centro monumental tiene una
extensión de 78 hectáreas.
En
la entrada del parque visité “La Casa- Museo Luis Duque Gómez” construido
en el área de “La Mesita D” donde los visitantes se informan acerca de la
cultura de los pueblos del Alto Magdalena, investigaciones científicas y las
nuevas teorías que se desarrollan sobre el patrimonio material e inmaterial de
la región.
Según
los estudios de los expertos dicen que entre el 1 y el 900 d. C. hace cerca de
2000 años, los habitantes de esta tierras vivieron alrededor de los centros
funerarios y que los áreas habituales donde edificaron las viviendas donde
estas no estaban separadas de las tumbas; por lo contrario, lo cotidiano y lo
ritual, la vida y la muerte, estaban en constante interacción. Los
investigadores comentan que aún hay mucho por descubrir por los años de olvido
y destrucción que ha sufrido este recinto, pero por ahora los arqueólogos están
trabajando con la interrogante ¿Poblado y cementerios?
Los
montículos funerarios están conformados por una laja de piedra horizontal
sostenida por columnas que se asemejan a la forma de una mesa. Por esta razón las
llamaron “Mesitas”. Los científicos también utilizan este vocablo para
denominar los sitios que fueron aplanados artificialmente en épocas prehispánicas
en la región.
Siguiendo
el circuito llegamos a La Mesita A, utilizado como zona de
vivienda hace aproximadamente 2,000 años, en el periodo formativo superior (300
a. C.). Posteriormente fue empleado como sitio de entierro. En este lugar
escavaron los más grandes montículos
funerarios (Occidental y Oriental) pertenecientes al periodo Clásico
Regional (1 – 900 d. C.), se estima que sus estructuras tenían 4 metros de
altura y 30 metros de diámetro. Sus corredores y monolitos están construidos
con enormes lajas que contenían al menos 15 estatuas que custodiaban la tumba
de un personaje principal y los tumbas eran acompañados con ajuares funerarios
conformados con objetos elaborados en cerámica, metal y piedra.
La
Mesita B, se hallan tres montículos con estatuaría.
Los expertos están indagando sobre el significado de los grabados e incisiones
en diferentes lajas y piedras, de las que aún se desconoce su significado. La
estatua identificada como la “Partera” fue descrita en 1943 por el
investigador José Pérez de Barrados como una de las de mayor tamaño y rica en
detalles, se aprecia la oposición de dos cuerpos que rematan en cabezas,
separadas por una doble línea central. El cuerpo superior posee un tocado
trapezoidal los brazos doblados y las manos sostienen por las piernas el cuerpo
de un niño. En la parte interior se esboza un rostro humano con ojos redondos,
colmillos felinos y un adorno en la frente. Y en el montículo occidental
conocido como el templo de la luna, la figura principal tiene una máscara
felina.
Mesita
C estaba conformada por un solo montículo
funerario acompañado de 15 esculturas y rodeado de 49 tumbas simples. Estos
monumentos pertenecen al periodo Clásico Regional 1 a. C. – 900 d. C. Sobre la Mesita
C los científicos explican que a través de las representaciones esculpidas en
las esculturas se puede describir la vida de los antiguos pobladores, en su hábitat
y su cultura en lo que concierne a la fauna, flora y la vestidura ritual y
cotidiana constituida por narigueras, collares, brazaletes, instrumentos
musicales entre otros.
La
estatua de la Rana se encuentra dirección
al camino a la Fuente de Lavapatas, esta figura combina rasgos
animales con atributos humanos que se observan en la forma de sus manos. Algunos
investigadores consideran que la escultura fue ubicada en ese lugar para indicar
la proximidad de la fuente dado que su cabeza apunta hacia la quebrada.
La
Fuente de Lavapatas es considerada por los
científicos como una obra de ingeniería en la cual ha sido construido un gran
complejo de canales, estanques y en la superficie de esta formación rocosa de
Toba volcánica fue aprovechada por escultores prehispánicos para tallar figuras
humanas, reptiles y anfibios que probablemente fue utilizado para ceremonias o
rituales. Aquí se puede observar el grado de ingeniería alcanzado de la gente
que habitó en estos lugares y que además supieron aprovechar el lecho en
declive y los volúmenes del manto rocoso para proponer un juego entre el
sentido de circulación de agua y las tallas. Esta fuente fue descubierta en1937
por los arqueólogos Gregorio Hernández de Alba y José Pérez de Barradas.
En
el Alto de Lavapatas fue escavado un
montículo funerario cortejado por cinco estatuas y la escultura del Doble
yo, denominada así por el arqueólogo Konrad Theodor Pruss, interpretada
como la representación de un guerrero de pie, con rasgos animales y humanos
(masculinos). Además desde este Alto se admira un bello paisaje de la región.
Terminando
el recorrido nos dirigimos al Bosque de las Estatuas que ofrece
una exhibición de 39 estatuas que hacían parte de las mesitas y montículos
funerarios que fueron saqueados y destruidos. Muchas de estas estatuas fueron
desplazadas de sus sitios originales y estaban dispersas en la ciudad. Para su
conservación fueron trasladadas a este bosque y se creó ese circuito para su
exhibición.
En
1995 La UNESCO otorgó a los Parques Arqueológicos de San Agustín
la distinción de Patrimonio Cultural de la Humanidad.[1]
[1] Información
de la Casa - Museo Luis Duque Gómez y del Parque Arqueológico Nacional
de San Agustín
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